LOS DOMINIOS PERDIDOS [Fragmento]




«La Tormenta» (1880) de Pierre Auguste Cot


a Alain-Fournier


Anochece.


Y al tañido de una campana llamando a la fiesta
se rompe la dura corteza de las apariencias.
Aparecen la casa vigilada por glicinas, una muchacha
leyendo en la glorieta bajo el piar de gorriones,


el ruido de las ruedas de un barco lejano.


La realidad secreta brillaba como un fruto maduro.
Empezaron a encender las luces del pueblo.
Los niños entraron a sus casas. Oímos el silbido del titiritero
que te llamaba.
Tú desapareciste diciéndonos: «No hay casa, ni padres, ni
amor; sólo hay compañeros de juego».
Y apagaste todas las luces
para que encendiéramos
para siempre las estrellas de la adolescencia
que nacieron de tus manos en un atardecer de mil
ochocientos
noventa y tantos.




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