Soneto a Edith

© Rene Magritte, Los amantes



No le digas a nadie que te quiero,
que estoy dentro tu sangre derramado;
de tu cuerpo y de tu alma prisionero,
por la vida y la muerte, sólo amado.

En playas de silencio sufro y muero,
─sueño de vida en cuerpo y desmayado─;
busco en el mar el rumbo que prefiero
aunque puerto de amor nunca es hallado.

Este soneto, Edith, el más sincero,
si no es más puro, perfecto y acabado,
hijo es de la pasión y el esmero.

Cúmplese aquí rigor que es lo primero,
presencia del amor en lo gozado:
suave es la rosa y duro es el acero


Xavier Abril



Dedica este poema a un amor verdadero
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